Cada vez es más frecuente que las familias no coman juntas, si bien es cierto que con las prisas y los horarios incompatibles no siempre se puede hacer, hay que tratar, al menos una vez al día, por ejemplo en la cena, y si no es posible, por lo menos el fin de semana, que la familia se siente a la mesa a comer, conversar y compartir sus vivencias y pensamientos.
La comunicación, la confianza, la educación y los valores, son cosas que se trabajan y se fomentan en el día a día. El amor y el compromiso no se cuentan se demuestran, necesitan tiempo y dedicación.
Los buenos momentos compartidos son recuerdos imborrables, el poder conocer el día a día, las inquietudes y las ideas de las personas con las que convivimos es una alegría que no nos debemos perder.